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El toque final: postres caseros elaboradas con cariño
Cuando se trata de comer en Lugo, hay lugares que no solo alimentan el cuerpo, sino también el alma. En el corazón de la ciudad, el Mesón A Laxa se ha consolidado como uno de los restaurantes fusión en Lugo que mejor combina la esencia gallega con la creatividad contemporánea. Su cocina parte del respeto absoluto al producto y culmina con un homenaje al placer más universal: el postre.
En A Laxa, cada comida tiene un cierre perfecto. Y ese cierre tiene nombre propio: la “Zona feliz”, un apartado de la carta dedicado exclusivamente a los postres artesanales, elaborados con mimo, técnica y una buena dosis de emoción. Porque aquí, los dulces no son un simple final, sino una experiencia que invita a quedarse un rato más.
La “Zona feliz”: donde nacen los postres de A Laxa
En A Laxa, cada plato está pensado como un relato. Y si los entrantes y principales marcan el ritmo de la historia —con clásicos como la parrillada en Lugo, el pulpo a la brasa o los cortes madurados de vaca gallega—, los postres son el epílogo que deja el sabor del recuerdo.
La “Zona feliz” nació como una idea sencilla: ofrecer un espacio en la carta que respirase alegría. Pepe Zato, chef del restaurante, explica que el objetivo era “terminar la experiencia con algo que conectara con las emociones más básicas: el placer, la ternura, la memoria”. Para ello, el equipo recurre a productos frescos, elaboraciones artesanas y una presentación cuidada que realza cada creación.
Tarta de queso con frutos rojos: el postre más querido
Si hay un postre que resume la filosofía de A Laxa, es la tarta de queso con frutos rojos. Este clásico se ha convertido en el más solicitado por los clientes, y no es casualidad. Su textura cremosa, el sabor intenso del queso gallego y el contraste con los frutos rojos frescos crean una armonía perfecta.
Cremosa, equilibrada y con alma gallega
El secreto está en la técnica: una cocción lenta, sin prisas, que permite conservar la jugosidad interior y una base ligeramente crujiente que equilibra el conjunto. Cada porción es un viaje entre lo dulce, lo ácido y lo suave, un pequeño homenaje a la tradición repostera gallega reinterpretada con elegancia.
Tiramisú: un viaje a Italia con acento gallego
El tiramisú de A Laxa es otro de los imprescindibles de su “Zona feliz”. Su receta combina la autenticidad italiana con el respeto al producto local. El mascarpone se mezcla con una base de bizcocho empapado en café natural, y un toque de cacao puro corona un postre que invita a repetir.
Clásico, suave y con el toque justo de café
Pepe Zato explica que, aunque la receta parece sencilla, requiere precisión y equilibrio. “Lo más difícil es lograr la textura justa: ni demasiado líquida ni seca, con un sabor limpio que deje huella”. El resultado es un tiramisú artesanal que encaja a la perfección con el estilo de A Laxa: cocina honesta, con raíces, pero abierta al mundo.
Brownie con helado artesano: el contraste perfecto
En una tierra de contrastes como Galicia, el brownie con helado artesano es una metáfora de su paisaje: la fuerza del chocolate fundente frente a la frescura del helado elaborado a mano. El brownie se sirve templado, con una textura densa y brillante, acompañado por una bola de helado que cambia según la temporada.
A menudo, los clientes disfrutan este postre tras una parrillada en Lugo o un plato de carnes maduradas —una combinación que resume el espíritu de A Laxa: contundencia, sabor y sutileza—. El brownie se presenta con un toque final de flor de sal o frutos secos tostados, logrando una experiencia sensorial completa que une calor, frío y aroma.
Eton Mess: dulzura británica reinterpretada en Lugo
El Eton Mess es la joya moderna de la carta. Inspirado en un clásico postre inglés, combina merengue crujiente, nata montada y frutas frescas, pero en A Laxa adquiere un aire gallego gracias a los productos de temporada. En primavera, con fresas de la comarca; en otoño, con frutos rojos o compotas artesanas.
Su nombre, que literalmente significa “lío de Eton”, refleja su espíritu desenfadado. No busca la perfección estética, sino la naturalidad del sabor. Es el postre ideal para quienes buscan algo ligero, colorido y diferente, un final que sorprende tras los platos más intensos de la carta.
Más que postres: el arte de compartir
En A Laxa, los postres se viven como un momento de conexión. No son un capricho, sino una forma de prolongar la conversación, de celebrar la vida con los sentidos. Muchos clientes eligen compartirlos: una cucharada de tarta de queso, un trozo de brownie, un poco de helado… porque el verdadero placer está en disfrutar juntos. Si quieres más información consulta nuestra carta.
Pepe Zato lo resume con sencillez: “Un buen postre no necesita artificios; necesita alma”. Esa alma está presente en cada receta, en la elección de los ingredientes y en la pasión de un equipo que convierte la repostería en un acto de cariño.
A Laxa: tradición, innovación y productos de calidad
El éxito de los postres de A Laxa no puede entenderse sin el contexto del restaurante. Su cocina fusiona tradición y modernidad, destacando entre los restaurantes fusión en Lugo que han sabido reinterpretar la gastronomía gallega con una mirada contemporánea.
Desde el pulpo a la brasa hasta las carnes maduradas en cámara durante 30 o 40 días, cada plato se construye con respeto al producto y precisión técnica. Los postres son la extensión natural de esa filosofía: equilibrio, autenticidad y sabor.
Terminar una comida en A Laxa es mucho más que saborear un postre: es cerrar un viaje gastronómico por la Galicia más sincera. Aquí, los dulces no son una nota final, sino un capítulo más de una historia que celebra las raíces, el producto y el placer de compartir.
Si buscas dónde comer en Lugo y disfrutar de una experiencia que une tradición y creatividad, A Laxa te espera con los brazos abiertos, la parrilla encendida y una “Zona feliz” repleta de tentaciones. Porque en A Laxa, cada comida termina con una sonrisa… y con un postre que deja huella.


