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De la muralla a la mesa: Lugo Medieval en la cocina actual

Imagina el eco de pasos antiguos resonando en las piedras centenarias de la Muralla de Lugo, una joya Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2000. Construida en los siglos III y IV d.C. por los romanos para defender la ciudad de Lucus Augusti, esta fortificación de más de 2.200 metros de longitud y 85 torres no solo protege el casco histórico, sino que encapsula siglos de historia: desde invasiones suevas hasta el florecimiento medieval del Reino de Galicia, el primero cristiano de Europa Occidental. En el corazón de esta ciudad milenaria, el Restaurante A Laxa transforma esa herencia en platos contemporáneos que fusionan tradición y modernidad. Si buscas gastronomía gallega en Lugo con un toque histórico, este es tu destino. En este artículo, exploramos cómo la Muralla inspira nuestra cocina de temporada, desde carnes de caza medieval hasta mariscos frescos del Cantábrico. ¿Listo para un bocado de historia? Sigue leyendo y reserva tu mesa en A Laxa para vivirlo en primera persona.
La conexión entre la arquitectura medieval de Lugo y su turismo gastronómico es innegable. Lugo, con su muralla intacta —la única en el mundo romano que se conserva en su totalidad—, atrae a miles de visitantes al año que buscan no solo vistas panorámicas desde los adarves, sino experiencias sensoriales que honren el pasado. La provincia es un paraíso de sabores locales, donde rutas como la del «Sabor de una Provincia» combinan empanadas de bacalao y pasteles de bonito con visitas a castillos y soutos. En A Laxa, llevamos esto un paso más allá: cada plato es un puente entre el medievo y el presente, usando ingredientes de proximidad para celebrar la sostenibilidad y el km0.
La historia de la muralla de Lugo: Un guardián de secretos culinarios
La Muralla de Lugo no es solo un monumento; es el telón de fondo de una evolución histórica que moldeó la gastronomía medieval en Galicia. Erigida originalmente como defensa contra bárbaros, su perímetro de pizarra y granito sobrevivió a la caída del Imperio Romano en el siglo V, cuando los suevos —un pueblo germánico— fundaron el Reino de Galicia en la región. Esta era medieval vio a Lugo como enclave comercial en el Camino Primitivo, atrayendo peregrinos que intercambiaban especias, vinos y conservas de pescado en ferias bulliciosas.
Durante la Edad Media, los monasterios gallegos, como el de San Froilán en Lugo, eran centros de innovación culinaria. La alimentación monástica, documentada en crónicas del siglo XII, priorizaba productos locales: cereales como el trigo sarraceno para crepes (influencia bretona de los peregrinos), carnes de cerdo curado y verduras de huerta como grelos y nabizas. Un estudio sobre la «Alimentación en el mundo monástico de la Galicia medieval» revela que las grasas animales y los guisos especiados —hasta 15 condimentos en platos nobles— eran comunes, aunque el pan constituía hasta el 70% de la dieta popular. De los puertos lucenses salían conservas de salmón y lamprea en escabeche, exportadas por mar y tierra en los siglos XIV y XV.
Hoy, pasear por la Muralla —accesible gratis y con galerías subterráneas— evoca esas ferias medievales recreadas en eventos como el Mercado Medieval de Lugo. Pero para un sabor auténtico, dirígete a rutas gastronómicas de Lugo, donde la Faba de Lourenzá o el arroz con bogavante de Rinlo se fusionan con historia. En A Laxa, a solo minutos de la Plaza de Santa María, reinterpretamos estos legados con un enfoque contemporáneo.
Gastronomía medieval gallega: De gachas a guisos contundentes
La cocina medieval de Lugo era humilde pero ingeniosa, adaptada a estaciones y recursos locales. Platos como las gachas —papillas de cereales cocidas en agua o leche— eran el sustento diario, mientras que la nobleza disfrutaba de caza como jabalí o perdiz, asadas en espetones. El lacón con grelos, emblemático de Lugo, tiene raíces en estos guisos monásticos: lomo de cerdo curado con hojas verdes amargas, hervido lentamente para extraer sabores terrosos. Otro clásico, el caldo gallego, con patatas (introducidas post-medievales, pero adaptadas de berzas antiguas), chorizos ahumados y col, evoca las ollas comunales de las aldeas suevas.
El marisco no faltaba: centollos y almejas finas de la Mariña Lucense se consumían frescos o en escabeche, gracias a las aguas frías que mejoran su calidad invernal. Influencias externas, como el pulpo á feira —cuya leyenda vincula a un monasterio medieval y un noble— llegaron vía peregrinos, convirtiéndolo en icono gallego. Empanadas de bacalao o bonito, horneadas en fogones de leña, eran ideales para ferias, con masas de trigo sarraceno que perduran en la gastronomía de la provincia de Lugo.
En la Baja Edad Media, las especias —clavo, canela y pimienta— elevaban platos nobles, pero en Galicia primaba lo autóctono: castañas de soutos para pudines y frutas silvestres para helados primitivos. Esta dieta equilibrada, rica en proteínas y vegetales, influyó en la longevidad gallega, un legado que A Laxa honra con menús de temporada.
A Laxa: Reinterpretando la herencia medieval en platos contemporáneos
En A Laxa Raxería, nuestra filosofía km0 transforma la historia en arte culinario. Ubicados en Rúa Eduardo Pondal, 20, en el barrio de San Antonio —a un tiro de piedra de la Muralla—, seleccionamos ingredientes de ganaderías y huertas lucenses para platos que dialogan con el pasado.
Toma nuestro entrecot de vaca rubia gallega a la brasa: marinado con hierbas silvestres de los montes cercanos, evoca las parrilladas medievales de castillos suevos, pero con un twist ahumado moderno que resalta su jugosidad. Acompáñalo con vinos de Ribeira Sacra, cultivados en terrazas que monjes medievales tallaron en laderas imposibles. O el raxo de cerdo marinado, cortado en dados y salteado con níscalos otoñales —setas silvestres de soutos gallegos—, un homenaje a las cacerías medievales donde el cerdo era rey.
Para toques marinos, nuestras brochetas de rape con centollo capturan la esencia de puertos medievales como Ribadeo, donde bogavante y langostas se criaban en caladeros naturales. En invierno, incorporamos grelo en lacón con grelos, un guiso contundente que nutría a peregrinos del Camino Primitivo.
Nuestra carta cambia estacionalmente, como en el Otoño Gastronómico de Galicia, promoviendo sostenibilidad y apoyo a productores locales. Opciones sin gluten, como empanadas adaptadas, nos posicionan como top en celiaquita.com para Lugo.
Rutas gastronómicas: Combina historia y sabor en Lugo
Para maximizar tu visita, integra la Muralla con turismo gastronómico en Lugo. Empieza con un tour por los adarves (entrada libre), luego dirígete a la Catedral de Santa María para un café histórico. Continúa con la Ruta de la Faba de Lourenzá, fusionando naturaleza, arte y fabes en guisos medievales. Prueba sardinas asadas en fiestas como San Froilán, o únete a tours como el «Tour Culinario Gourmet por Galicia» en TripAdvisor.
En A Laxa, ofrecemos menús temáticos medievales en eventos especiales. Reserva vía nuestra web o llama al 982216536.
La Muralla de Lugo nos recuerda que la historia es comestible. En A Laxa, cada plato —del raxo al pudín de castañas— celebra esa fusión de épocas, priorizando frescura y comunidad. Si planeas un viaje a Lugo medieval, haz de la gastronomía el protagonista. ¿Cuál reinterpretación histórica probarás primero? Comparte en comentarios y síguenos para más tips. ¡Te esperamos para encender fogones con sabor eterno!
Fuentes:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Muralla.Lugo.Galicia.jpg